La necesidad del grupo social, la limitación de todos aquellos “privilegios” que habían ganado con la edad, pueden llevarlos a un “permanente estado de enfado”. En esta etapa se hace esencial la escucha activa, sin juzgar. Es importante que se sientan escuchados y valorados, que participen en las decisiones familiares. Debemos aceptarles tal y como son y ayudarles en la toma de decisiones, intentar aconsejarles pero no abusar de la imposición. Hay que mostrarles afecto, pero al mismo tiempo fijarles normas y límites claros. Hacerles sentir que son importantes para nosotros y que puede contar con nuestra ayuda.
Durante estas edades hay que hablar con ellos sobre sus sentimientos, interesarse en su día a día, vigilar los cambios de humor o comportamiento y no menospreciar sus problemas ya que para ellos son importantes.
Para los padres puede ser un desafío lograr que sus hijos cumplan el distanciamiento social. Por ello, es necesario trasmitirles la idea de que no se trata tanto de ellos, como de que cualquier persona puede contagiarse y ser portadora, contagiando a otras personas que sí pueden sufrir efectos muy negativos en su salud. Resulta conveniente:
A la hora de prevenir conductas de riesgo en adolescentes, la familia es clave. Es fundamental una comunicación continua y frecuente con ellos, practicando la escucha activa, no abusando de los imperativos y órdenes, y negociando con ellos. Usar el "estar" en lugar del "ser”. Por ejemplo, cambiar el mensaje "eres un desordenado" por "la habitación está desordenada". No debemos etiquetar ni comparar.
Al estar más tiempo en casa y ser las redes sociales su principal vía de comunicación con los amigos, es importante estar atentos al tiempo diario que dedican a jugar a videojuegos, o al uso del móvil, ya que pueden engancharse más fácilmente que en otros momentos. Limitar el tiempo de uso de los aparatos electrónicos y un control parental en el los dispositivos son cuestiones fundamentales que los padres deben tener en cuenta. No se trata de imponer, si no de pactar y acordar con ellos un uso razonable, tampoco de entrar en su intimidad, puesto que poco a poco se van haciendo adultos y hay que respetar su espacio y depositar la confianza suficiente para que sean personas autónomas.
Ana Ciruelos y Natalia Guijarro
Psicólogas de TEMS, The English Montessori School