Algunas de las palabras más difíciles de pronunciar son las más frecuentes y están entre las primeras que se aprenden.
El aprendizaje y la pronunciación de ciertas palabras en inglés pueden representar un desafío considerable para los españoles por las diferencias fonéticas entre ambas lenguas.
Un análisis detallado de expertos lingüistas del British Council ha destacado las dificultades más comunes que encontramos tanto en la pronunciación como en la fonética.
En el marco del Día de la Lengua Inglesa 2024, el British Council, la organización internacional del Reino Unido para las relaciones culturales y las oportunidades educativas, comparte un análisis detallado de su equipo lingüístico sobre las palabras en inglés que más nos cuesta pronunciar a los españoles. De acuerdo con este análisis, ciertas palabras de la lengua de Shakespeare pueden representar un gran desafío para nosotros debido a las diferencias fonéticas entre el inglés y el español.
Los expertos indican también que los acentos y las entonaciones propias de cada región de habla hispana hacen que no exista un número concreto de palabras representativas en inglés que suponga una mayor dificultad o un problema lingüístico para un español, pero sí podemos encontrar una serie de obstáculos habituales para los hispanohablantes. “Si bien no existe un conjunto específico de palabras que sea universalmente representativo, las dificultades identificadas ofrecen un punto de partida para comprender mejor este fenómeno lingüístico”, explica Elsa O’Brien López, profesora y coordinadora de Inclusión Educativa en el British Council. Curiosamente, algunas de las palabras más difíciles de pronunciar son las más frecuentes y están entre las primeras que se aprenden:
Intentar pronunciar todas las letras, no solo podría complicar la tarea, sino que además puede llevar a que una persona resulte ininteligible. Algunas palabras de uso diario en las que no se pronuncian una o varias letras son: walk /ˈwɔːk/, talk /ˈtɔːk/, would /ˈwʊd/ y could /ˈkʊd/.
Aunque cometer algunos de estos errores de pronunciación puede, en ocasiones, llevar a malentendidos e interferir en una comunicación eficaz, la experta en fonología Jennifer Jenkins (2001) habla ya de la existencia de un inglés global, donde el papel fundamental de la pronunciación es el de hacerse entender por interlocutores de todo el mundo en una economía globalizada. Jenkins y otros especialistas aconsejan centrarse en el aprendizaje de aquellos sonidos que son comunes entre el mayor número de angloparlantes, mientras que promulgan la aceptación de aquellos acentos que no interfieren en la comunicación y forman parte del acervo cultural de un hablante.
La desaparición del concepto “nativo”
Las conclusiones de Jennifer Jenkins están muy alineadas con las de la última investigación del British Council, The Future of English: Global Perspectives, donde se pone de manifiesto que el inglés es ya una herramienta de comunicación necesaria y no un idioma extranjero, puesto que está tan integrado en nuestro día a día que no puede considerarse como foráneo.
En este contexto, el concepto de un ‘acento nativo’ está siendo fuertemente cuestionado por expertos en todo el mundo. La perspectiva actual es que el inglés, siendo la lengua más hablada en el mundo y lengua franca global, ha pasado a pertenecer a sus hablantes y a enriquecerse de esta experiencia. En este sentido, la investigación del British Council señala que se ha producido un cambio gradual en los últimos años, abandonando el ideal de dominio ‘nativo’ hacia un enfoque más aplicado y contextualizado de la competencia lingüística.
No obstante, la aceptación de diferentes acentos que ha traído consigo la globalización, no resta relevancia al aprendizaje y la práctica de la pronunciación correcta en un idioma. La importancia de la pronunciación queda patente en el hecho de que esta y, en concreto, la entonación, es una de las primeras áreas del lenguaje adquiridas por el ser humano. Los bebés ya están prestando atención a la entonación desde la semana 26 del embarazo. A los pocos meses de nacer, son capaces de distinguir su idioma materno cuando son expuestos a los distintos patrones de entonación de varios idiomas.
La alta percepción de los bebés y niños pequeños a los distintos sonidos hace que hablemos de ‘periodos sensibles’ de aprendizaje de lenguas. Durante estos, no solo se aprende un idioma de manera más rápida y fácil, siempre que se haga replicando un entorno natural, sino que, además, se conserva aún la habilidad de pronunciar un mayor rango de sonidos. Esto explica por qué padres y madres optan por inscribir a sus bebés en clases de inglés desde una edad cada vez más temprana y los responsables de políticas lingüísticas apuestan por modelos educativos bilingües.