Un tratamiento ortodóntico es un proceso que corrige las irregularidades en la alineación dental para mejorar tanto la estética como la funcionalidad de la boca. Aunque se suele relacionar con la corrección de dientes torcidos o apiñados, su importancia va mucho más allá de la apariencia. De hecho, la ortodoncia ayuda a resolver problemas que pueden afectar la salud bucal a largo plazo, como la maloclusión (mordida incorrecta), que puede causar desgaste prematuro de los dientes.
La importancia de este tipo de tratamiento tiene que ver, sobre todo, con su capacidad para prevenir complicaciones futuras. Al mejorar la alineación dental, también facilita una mejor higiene oral, a la vez que reduce el riesgo de enfermedades periodontales y caries. Un tratamiento ortodóntico mejora la sonrisa, sí, pero también incrementa la calidad de vida al facilitar la masticación y la correcta pronunciación.
La fase de estudio y planificación es la primera etapa en cualquier tratamiento ortodóntico. En esta fase, el ortodoncista efectúa una evaluación exhaustiva de la estructura dental y facial del paciente. Para ellos se hacen radiografías, fotografías intraorales y extraorales, así como impresiones o escaneos digitales para crear un modelo preciso de la boca. El objetivo es identificar problemas como maloclusiones, apiñamiento o espacios entre los dientes que necesiten corrección.
Una vez obtenidos los datos diagnósticos, el especialista elabora un plan de tratamiento detallado. Además, en esta fase se determina la duración aproximada del tratamiento, que dependerá de la complejidad del caso. Es aquí donde se sientan las bases para lograr resultados favorables. Esta etapa suele durar entre dos y cuatro semanas, tiempo durante el cual se analizan todos los detalles para iniciar el tratamiento de manera adecuada.
La fase activa del tratamiento ortodóntico es el centro del proceso, donde los dientes comienzan a moverse hacia las posiciones deseadas. Esta fase puede durar entre 12 y 24 meses, dependiendo de la complejidad del caso y el tipo de aparato utilizado. Durante este tiempo, los aparatos ortodónticos se encargan de aplicar una presión constante y controlada sobre los dientes para corregir su alineación.
La fase activa se divide en varias subetapas, que comienzan con el alineamiento y nivelación de los dientes. En esta etapa, se corrigen problemas de apiñamiento o dientes desalineados, lo que suele llevar entre seis y ocho meses. Posteriormente, se ajusta la mordida y la relación molar para garantizar que los dientes superiores e inferiores encajan correctamente al morder. En algunos casos, se utilizan elásticos para facilitar estos movimientos. Finalmente, se cierra cualquier espacio que haya surgido durante el tratamiento o que ya existiera previamente.
Una vez completada la fase activa y los aparatos ortodónticos han sido retirados, llega el momento de comenzar con la fase de retención. Durante el tratamiento, los dientes han estado en movimiento, y al finalizar, tienden a volver a sus posiciones originales si no se toman medidas adecuadas. La fase de retención se encarga de estabilizar la nueva posición de los dientes, permitiendo que el hueso y los tejidos que los rodean se adapten a la nueva alineación.
En esta etapa, se colocan retenedores, que pueden ser fijos o removibles, según la recomendación del ortodoncista. La fase de retención no tiene una duración fija. De hecho, en algunos casos puede ser necesario usar los retenedores durante varios años para garantizar que los dientes se mantengan en la posición correcta.