La obra nos coloca en la perspectiva de una mente confusa o, quizá, confundida por los intereses de los que le rodean, nunca lo sabremos. Sin ridiculizar jamás el carácter principal, Andrés nos hace reír.
Las situaciones ambiguas, muchas veces contradictorias, las réplicas mordaces, los personajes duplicados, cambiantes, y por encima de todo la duda de si lo que realmente sucede es lo que dice la familia o es lo que siente el padre, producen una de las obras más divertidas, apasionantes y profundas del teatro contemporáneo.
Muchas veces se acerca al drama, otras muchas a la comedia y la mayoría de las veces a un inquietante thriller al estilo Hitchcock.