Una de las principales medidas de prevención para comer seguro se encuentra en la cocción adecuada de los alimentos, y que ésta alcance como mínimo los 65 grados centígrados. En caso de carnes, hay que cerciorarse de que el calor llega correctamente al interior de la pieza. Con respecto a la preparación del pescado marinado o crudo (como boquerones) los técnicos de Salud Pública recuerdan que hay que congelarlo previamente durante al menos dos días y en un frigorífico de al menos tres estrellas para evitar posibles infecciones por la presencia de anisakis (parásito presente en muchos pescados).
Lavar y pelar convenientemente frutas y hortalizas. Las hortalizas de consumo en crudo se recomienda que se sumerjan en agua durante unos 5 minutos, añadiendo 10 gotas de lejía apta para uso alimentario por litro y se aclaren después con abundante agua corriente.
A fin de evitar que los alimentos se consuman en mal estado, es necesario conservarlos a la temperatura adecuada. Una vez cocinados, se dejarán a temperatura ambiente durante un tiempo prudencial (no más de una hora), y si no se van a consumir, introducirlos en el frigorífico en el menor tiempo posible. Pese a la práctica extendida, no se deben descongelar los alimentos a temperatura ambiente, sino en el frigorífico o siguiendo las instrucciones del fabricante.
Mantener la limpieza
Las prácticas de higiene y manipulado adecuados reducen en gran medida posibles problemas de infecciones. Mantener una limpieza adecuada de todas las superficies de trabajo y útiles empleados para preparar los alimentos; en particular, lavar los utensilios utilizados para preparar los alimentos crudos antes de volver a usarlos, así como lavarse las manos a menudo, sobre todo aquellas personas que elaboran los alimentos (manipuladores).
Adquirir alimentos seguros
El primer paso para evitar problemas relacionados con los alimentos descansa en la adquisición segura y responsable de los mismos. Por ello, hay que recordar que es necesario comprobar el etiquetado y mirar las fechas de consumo y condiciones de conservación y utilización. Además, hay que usar aguas tratadas (cloradas), evitando aguas de pozo o manantial de los que no se tenga constancia de su potabilidad. Elegir alimentos en condiciones adecuadas de frescura y alimentos tratados higiénicamente desde su origen.
Separar productos crudos y cocinados
También se debe evitar el contacto entre alimentos crudos y cocinados para prevenir la contaminación cruzada”, que se produce, en algunos casos, por el paso de bacterias entre alimentos en fases distintas de elaboración.